viernes, 24 de febrero de 2012

Felices 56, viejo!

56 años de vida y no lo has hecho tan mal, ¿No? El tiempo pasa y cada vez envejeces más rápido; no temas. Si antes salías a correr 10km y eras capaz de dejarme pidiendo oxígeno a medio camino con mis tiernos 16-17 años, ahora debe molestar darse cuenta de que, dentro de no mucho, casi no podrás levantarte de la cama sin mi ayuda viejísimo. Tranquilo, te querré igual.
 Tengo muchos recuerdos juntos. Algunos, de cuando era un bebé, los conozco por ti. Aún hoy me río recordando cuando cuentas lo malo que era; Como lloraba cuando me dejabais solo en la habitación y me reía cuando volvíais a acunarme. Era malo, lo sé, un poco cabroncete, también, como ahora, pero no creo que sea como para haber tenido la tentación de haberme querido tirar por la ventana, ¿No te parece? Pierdes los nervios demasiado rápido, menos mal que estaba mamá para salvarme…

Sé que no he sido el hijo más fácil del mundo y que te di más problemas y quebraderos de cabeza de los que ambos habríamos deseado. Tú siempre cedías, mamá se enfadaba y al final yo hacía lo que quería y vosotros os peleabais. Pero bueno, que tampoco me voy a pintar como un ogro, que no ha sido para tanto. En el fondo era fácil de llevar; sólo necesitaba botas de fútbol, balones, algo de ropa y comida caliente encima del plato, nunca pedí más. Ahora que se supone que soy “un hombre” y lo veo todo desde la perspectiva de un adulto, creo que sólo os puedo dar las gracias. Educación de calidad, buen ambiente en casa, libertad dentro de unos límites, casi nunca prohibiciones, diálogo…felicidad. Y ahora que las cosas están como están, aunque nunca os lo diga, sé el enorme esfuerzo que estáis haciendo todos para mantenerme aquí.

La vieja también tiene gran parte de culpa en que yo os haya salido así. Contigo siempre hablé más y compartí más momentos, véase: partidos de fútbol, ir de compras, ver olimpiadas, mundiales, pedirte dinero… pero la verdad que siempre te tuve un poquito de miedo y respeto, siempre mucho más que a mamá; por eso, siempre que algo me atemorizaba, acudía a ella. Todo esto porque soy un buenazo, porque en realidad debería seguir enfadado con ella. Han pasado casi 20 años, pero no me olvido de como me hacía trampas leyéndome “Los 3 cerditos” y se saltaba las hojas para irse a dormir. Me subestimaba, cuando en realidad yo con 2 años ya me las sabía todas. Entonces llegabas tú y sí me leías el libro; poco a poco, página a página, respetando y enfatizando en cada coma. Y ¿Cómo te lo he pagado yo 3-4 años después? Yendo contigo al sofá a ver partidos de Fútbol Sala y cada vez que te quedabas dormido, aprovechaba para “andarte en las pupas”, como yo decía, o lo que es lo mismo, apretándote todas las heridas y moretones que te habías hecho “jugando” a fútbol playa. Entrecomillo el jugando, porque sé de muy buena mano que siempre fuiste un paquete. Velocidad 10, técnica 0.

Hoy que ya tengo 20 años se supone que ya lo habéis hecho todo por mí. Me habéis dejado crecer, habéis confiado en mí y nunca me habéis prohibido ni truncado ninguno de mis sueños. El de ser periodista, está camino de cumplirse, así que aprovecha a guardar bien este escrito, porque es posible que cuando sea un famoso y reputado escritor, esta felicitación de cumpleaños valga su peso en oro, y nunca sabes lo caro que te va a costar el asilo… Toda precaución es poca.

Ahora ya sólo me queda felicitarte por ser la persona con los 56 años mejor llevados del mundo; ojalá yo pueda llegar a tu edad con la mitad de fuerza y energía. Estoy lejos de casa y sé que mañana no podré compartir los suculentos manjares con vosotros, pero no os preocupéis, que yo me comeré una pizza a la salud de todos vosotros. Disfruta mucho del día de mañana papá, cuida mucho de mamá y de Lolo y sigue tomándote la vida con la misma filosofía.

Muchas felicidades viejo, Te quiero. 

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